lunes, marzo 14, 2011

Restos de cerámica en La Rivera del Marco

Es conocido que toda la Ribera del Marco constituye un área arqueológica donde se encuentran algunas de las claves del surgimiento y la evolución de Cáceres como población. Al realizar el pocillo fueron saliendo fragmentos cerámicos que fuimos separando, lavando y clasificando, por si pudieran darnos pistas sobre el patrimonio histórico que tenemos a nuestros pies. He seleccionado los fragmentos que consideré más interesantes, deseché la numerosa teja árabe y busqué ayuda para su estudio.

Miguel Alba Calzado, arqueólogo del Consorcio de Mérida y especialista en cerámica considera que es normal que encontremos abundantes cerámicas junto al Arroyo del Marco, por dos razones: es una zona tradicional de huertas y la gente abonaba con los detritos que se iban acumulando en los corrales de las casas (a esos estercoleros a veces iba a parar las cerámicas de casa irreparables) y 2º, todo el pie del promontorio cacereño hasta el arroyo ha sido vertedero desde su fundación prerromana hasta el siglo XX. En el caso de nuestra huerta el cercano convento de San Francisco estaría también asociado a buena parte de esas deposiciones. No han aparecido cerámicas romanas, a pesar de los numerosos restos de tégulas en la ladera del camino de la Montaña y de la cercanía de la Vía de la Plata, que transcurría en paralelo a la rivera. Al ser zona aluvial la potencia de depósitos es mucha y puede que no hayamos llegado a ese estrato.
Casi todas las cerámicas parecen recientes, de época moderna, realizadas a torno y diferenciándose tres o cuatro tipos:

1.- Cerámicas de Talavera (Siglos XVIII-XIX). De pasta blanca, decorada y esmaltada. Correspondería a los números 1,2,4, 6, 7, 9 y 10. Se trata de cerámicas de cierto prestigio y uso doméstico (podrían estar asociadas al monasterio). Está decorada con motivos florales azules, violetas y marrones.
2.- Cerámica común de pasta oscura. De paredes finas y amplia curvatura. Con abundante degrasante (pequeños granos de cuarzo y mica) para favorecer la transpiración del barro y refrescar el agua. Proceden de cántaros y cantarillas de gran capacidad para el acopio de agua potable elaborados en los talleres de la zona. Están muy relacionados con el espacio de la fuente y las tareas populares tradicionales de abastecimiento de agua, y pueden datarse en un amplio abanico desde el s. XVI al s. XIX. Corresponde a los números 11 al 17.
3.- Cerámica de pasta roja y paredes vidriadas (impermeabilizadas). De pasta fina, paredes algo más gruesas y bien trabajadas. Asociadas a útiles de cocina, almacenamiento de productos (aceite, miel, vino, agua) y para la cocción (jarras, orzas, cazuelas?). Corresponden a los fragmentos 18 al 26). Algunas presentan la señal del fuego que evidencia su uso doméstico. A pesar de que algunas muestran decoración vidriada muy semejante a las de Salvatierra de los Barros (24-25), Miguel Alba las cree procedentes de talleres de la zona. Hay también muchos fragmentos sin vidriar de pasta roja y tipología semejante (como 28).
4.- El grupo más interesante es el de 3 fragmentos de cerámica medieval árabe (3, 5 y 8), con esmaltes verdosos. Una base muy elaborada y esmaltada, un fragmento de barreño o plato hondo y, la joya de la corona, un fragmento de plato árabe decorado con un precioso verde manganeso y caracteres arábigos.

También han aparecido restos de escoria de hierro y abundante ceniza, por lo que debemos inferir la existencia de una fragua cercana que aprovechara la energía hidráulica de la ribera para el trabajo del metal. Pues lo que ya sabíamos: bajo el asfalto está la huerta, y bajo la huerta, la historia colectiva de los cacereños.

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