jueves, enero 20, 2011

Un bombardero sobre Cáceres

Los cinco tripulantes junto a los restos del avión
 cerca del Guadiloba
«Sucedió el miércoles 9 de febrero de 1954 - señala el cacereño Pablo Romero -. Era una fría noche cacereña cerrada en niebla. En mi mesa de estudio luchaba con un problema de navegación marítima, disfrutando del agradable calorcito de un brasero de picón. De improvisto, el sonido estridente de los motores de un avión me hizo correr al balcón con objeto de intentar ver qué monstruo alado estaba sobrevolando a baja altura mi casa. Una segunda pasada a menor altura me hizo sospechar que el piloto tenía un grave problema. Después... nada, el silencio absoluto que reinaba en las calles de Cáceres en aquella época de crudos inviernos. A la mañana siguiente, la voz de 'Polito' en Radio Cáceres informaba de que un avión militar americano se había estrellado en las cercanías del Guadiloba».

Así recuerda Pablo Romero, marino mercante jubilado, el accidente aéreo que pudo originar una catástrofe en Cáceres. El avión era un Fairchild C-119 Boxcar, un aparato de transporte militar que pesaba 20 toneladas, y se hizo famoso en la Segunda Guerra Mundial.
El bimotor C-119 que se estrelló en Cáceres era el número 0163. Un día antes del accidente salió de la base alemana de Francfort del Main en dirección a Estados Unidos, con escala en Las Azores. Se les averió un motor en alta mar y decidieron volver para ir a Lisboa, pero se perdieron en la niebla y llegaron a Cáceres sin saber dónde estaban. Sobrevolaron la ciudad alrededor de la una y media de la madrugada. Al ver que ya no tenían combustible los cinco militares que ocupaban el avión saltaron en paracaídas.

El avión se estrelló a sólo 5 kilómetros de Cáceres, a la izquierda de la carretera de Trujillo, en la finca 'Fuente del Guadiloba' de la viuda de Gregorio Andrada. Los trozos del avión llegaron a 12 metros de una choza en la que vivía el pastor Pedro Granado con su mujer y sus tres hijos. Pablo Romero recuerda que el pastor fue entrevistado en la radio, y que decía que vio pasar el aparato cerca del chozo, que giró y se fue contra ellos.
En el Cáceres de posguerra, que aún tenía en mente el bombardeo del 23 de julio de 1937 que origino 35 muertos, se movilizaron las autoridades. Se lanzaron bengalas y cohetes al no encontrar restos humanos entre los amasijos del avión. Los cinco miembros de la tripulación saltaron en paracaídas. Cuatro aparecieron en la finca 'La quinta' de Joaquina Montenegro. Les auxiliaron los guardas del cortijo. El quinto fue el primero en tirarse y estaba más cerca de Cáceres. A las cinco de la madrugada los reunieron a todos. Tenían trajes de goma y una embarcación por si caían al océano. Sólo dos resultaron heridos levemente.

Los cinco tripulantes eran: El capitán Williams Adams, de 37 años (herido en la cabeza, le dieron 5 puntos); el teniente Lieutenants Tomás Johnson, de 26 años; el teniente Jhon Matteheso de 25; el sargento Clemente Sink, 32 años; y el sargento Mervinn Strang, de 22 (sufrió un rasguño en la cabeza). Si viven, el más joven tendrá ahora 78 años. «Mi amigo Chuck y yo tenemos esperanzas en encontrar a alguno con vida para que nos cuente qué pasó. Les seguimos buscando por internet».

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1 comentario:

  1. Anda, que si llega a estrellarse en la Plaza Mayor,la que lía.No tenía ni idea de este aterrizaje,aunque sí había oído hablar,y había leído,sobre el de la Guerra Civil.Curioso.
    ¿Sabías que yo tenía ya 2 años y pico?
    Jo,¡que viejo soy!

    Hasta la próxima.

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