La zona más próxima a la Ribera de El Marco conserva aún numerosos vestigios de los sucesivos poblamientos humanos que aquí se establecieron, debido precisamente a la rara existencia entre el Guadiana y el Tajo de esta surgencia permanente de aguas subterráneas, dentro de un amplio territorio afectado por prolongados periodos de sequía y deficitario de este preciado recurso en época estival. Alrededor de las aguas de la Ribera encontramos las cuevas cársticas de Maltravieso y de El Conejar, con hallazgos paleolíticos y neolíticos respectivamente, las terrazas fluviales de El Mocho con materiales pleistocenos, el campamento militar romano de Cáceres el Viejo (s. II a. J.C.) y la colonia romana de Norba Caesarina (s. I. a. J.C.), en cuyos tiempos se construyó la calzada “Vía de la Plata” que discurre paralela a la Ribera del Marco y que enlazaba esta colonia con la de Emerita Augusta.
En la época árabe (s. XII d.C.) las murallas de la ciudad romana se fortifican y desde entonces se denomina a este poblamiento Hisn al-Qazrix (el castillo de Cáceres), cuyos habitantes obtienen el complemento alimentario, y de agua potable, de las huertas regadas por los canales procedentes de la Ribera. Durante la Edad Moderna la explotación de estas aguas se intensifica, se conoce hoy la existencia de catorce molinos harineros, varios batanes, tenerías y dos grandes pilares para el abrevadero del ganado trashumante que se desplazaba por la Vía de la Plata.
Por tanto, desde sus remotos orígenes la subsistencia y el desarrollo evolutivo de la ciudad de Cáceres estuvieron íntimamente ligados a la presencia de este caudaloso manantial de aguas permanentes junto a los ricos suelos de la extensa vega de la Ribera de El Marco. Sin embargo, en la actualidad la Ribera ha sufrido, dada su proximidad a la ciudad moderna, toda suerte de arbitrariedades que han deteriorado y mermado la calidad y el caudal de sus aguas, han ocupado su fértil suelo y transformado lo que fue amplia vega verde en un terreno periurbano degradado, donde confluyen aguas fecales, tendidos eléctricos, aparcamientos y viales asfaltados, piscinas y pistas polideportivas, urbanizaciones, etc.
Actualmente, hemos llegado a un estado tal de degradación irreversible, que se hace muy necesario una urgente ordenación de este territorio para transformarlo en un espacio ecológico periurbano, donde se delimiten, protejan y conserven todos sus recursos naturales, la fuente, las represas y los cauces de las aguas de la Ribera, así como los fértiles terrenos hortofrutícolas circundantes, los árboles singulares, los molinos y los yacimientos arqueológicos y de fósiles que aún se conservan, creando un enclave verde donde los cacereños puedan disfrutar de su rico patrimonio histórico, natural y etnológico.
Fuente: http://jugimo.blogspot.com/2009/06/la-ribera-de-el-marco-un-corredor-verde.html
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